Tierra de Cameros



Artículo publicado en el número 1 la revista ARCES correspondiente a septiembre de 2006

Situados al sur del Ebro siempre correspondieron los Cameros a los berones. Tienen por límite, al sur, la Sierra Cebollera y los puertos de Piqueras y Oncala; al este, las alturas de Monte Real entre Yanguas y La Riba; al oeste, la villa de Canales y sierras de Burgos, y al norte, la gran cuenca de Rioja.
Están compuestos por el Camero Nuevo y el Camero Viejo, cuya división la forma una cordillera de montañas que, partiendo de la cumbre de Santa Cruz, va a perderse en los llanos de La Rioja.
Es grande la divergencia de opiniones acerca del origen de este nombre. Unos dicen que Cameros proviene de “cama”, porque los primeros habitantes de estas sierras acudían con camas de lana a recoger a los heridos en el campo de batalla en las luchas sangrientas que tenían con los que pretendían dominarlos. Otros lo derivan de la nobilísima familia de los Camilos romanos a la que los emperadores de Roma dieron este territorio en premio a sus servicios. El erudito escritor Sr. Gobantes creía que Cameros es una corrupción o confusión de Gameros, juzgando que deben llamarse de gamo, por los muchos gamos que se criaban en estos montes. Finalmente, hay otra opinión que afirma que el nombre lo toma de los Cantabros Beros, que después se llamaron Camberos y más tarde por síncopa Cameros, fundándose para ello en que por los años mil de nuestra era se les daba tal denominación en un testamento de la reina Estefanía conservado en Nájera, y que en varias bulas pontificias figuran también los nombres de Camero Viejo y Camero Nuevo, el primero desde la villa de Canales en la sierra de Burgos hasta el Iregua, y el segundo desde este río hasta el Moncayo.
Lo que es innegable, a pesar de la diversidad de opiniones, es que los Cameros han llevado este nombre desde tiempos muy remotos, como puede verse en el fuero que Sancho el Magno diera a Nájera a principios del siglo XI, en las escrituras de donación del voto de Fernán González y en otros varios documentos de los siglos XII y XIII de autoridades respetables.
Para hacernos una idea de la gran importancia que en remotos tiempos tuvo el célebre país de los Cameros basta fijar la atención en que este fue uno de los estados que el rey de Navarra D. García concediera a su esposa doña Estefanía, según la escritura de arras otorgada por aquél el 28 de mayo de 1040, y en lo que dice el padre Rubio en su Historia de Valvanera afirmando «que en el tiempo en que esta sierra fue de la corona de Navarra, era tan apreciable que, así como ahora el príncipe heredero de la corona de España se titula Príncipe de Asturias, el de Navarra se titulaba Príncipe de los Cameros, y que así perseveró hasta el año 1089 en que el rey Alfonso VI se posesionó de La Rioja y de esta sierra. Desde los tiempos de D. Juan de Castilla y su esposa Doña Blanca de Navarra, se tituló Príncipe de Viana por los años 1420».
El primer señor de los Cameros parece que fue D. Fortún Uxoiz, emparentado con la casa real de Pamplona. Este caballero, según se lee en la Historia de Santo Domingo, fue comisionado por el rey Sancho el Mayor para deslindar los términos del reino de Pamplona y Nájera con el Condado de Castilla, y por éste y otros buenos servicios que prestara después, le confirmó sin duda doña Estefanía, hija política de aquel rey, el título de Señor de los Cameros.
En 1366, D. Enrique II de Castilla dio dicho señorío a D. Juan Ramírez de Arellano en agradecimiento a no haber accedido a las persuasiones de los reyes de Navarra, Castilla y Aragón, que le incitaban a que matara al citado D. Enrique, quien bajo la palabra de seguro debía acudir a la fortaleza de Sos que estaba bajo el mando y custodia del referido D. Juan.
Desde esta época, dice Salazar de Castro, hasta que se abolieron los señoríos, poseyeron el de Cameros la familia y descendientes de dicho señor Arellano, condes de Aguilar, que después se unió a la casa de los duques de Abrantes.


Fuente: BUSTO, Juan Cruz, Glorias riojanas o compendio geográfico-histórico de la Rioja, Logroño, Imp., Lib. y Encuad. de El Riojano, 1903.